13 julio 2006

El camino se descubre andando


¡Ha sucedido! Así, tal y como todos vaticinabais, cuando menos lo esperaba esos instintos vinieron a buscarme. Ocurrió esta tarde y desde entonces, por primera vez en mucho tiempo, me siento completamente serena.

Salí temprano a pasear por el centro exprimiendo la primera tarde libre de los dos últimos meses. A las nueve de la noche comprendí que no me quedaba mucho más por hacer en un sitio rodeado de tiendas, así que tomé el autobús número 1 de regreso a casa y me relajé observando mi alrededor. En esas andaba, contemplando el parque del Triunfo y pensando en las maravillosas fotos que podría tomar de este lugar aprovechando los últimos minutos de sol, cuando el bus se detuvo en su parada y alguien gritó: “esperen viene un mayor, no puede andar más rápido”. Al cabo de unos minutos, que para mí fueron apenas un instante, “el mayor” había subido al autobús y tomado asiento de espaldas al conductor, no sin antes armar un pequeño revuelo, totalmente involuntario, entre los demás pasajeros que le ofrecían sus lugares muy amablemente.

Todo esto hizo detenerme en este anciano más de lo habitual pero, aún así, no le presté verdadera atención hasta que no lo oí hablar. Entonces lo vi claro, su marcha al andar, la vista dañada y su verborrea indescifrable apuntaban a un trastorno más concreto, algo que me resultaba extremadamente familiar tras mi paso por el Hospital. Sin darme cuenta me había perdido en el recuerdo imaginando el tipo de evaluación que seguiría con esa persona, cómo iniciaría la conversación, qué cosas podría testar en ella, de repente sonreí, pasó un instante en blanco y, por fin, tras mucho buscarlo, llegó hasta mí la solución.

Quiero concentrar mis esfuerzos en esto, voy a intentarlo con la Clínica, me encantaría acabar desempeñando un papel parecido al que ocupaba en el Hospital, sé que eso me haría extremadamente feliz. Qué claro lo tengo ahora.

He pensado en mil opciones distintas, tengo varias vías abiertas actualmente, cada una representa una buena oportunidad de crecimiento y cada una toma caminos muy distintos. Pero ahora lo que quiero, y puede parecer de Perogrullo pero teniendo claro esto puedo sacar 25 horas al día, voy a esforzarme al cien por cien, sé que va a ser difícil, sé que puedo equivocarme y que como bien decís muchos, especialmente como dijo A pesar de mí, equivocarse es natural, “no pasa nada, te das cuenta y rectificas, sacas la pata y has aprendido algo nuevo”.


Gracias A pesar, Charles, Lorei, Qvark, Quizá, Info, Maruja y, como no, Ale, ahora todo me parece mucho más sencillo, pero en los momentos de más duda, es cuando más falta hacéis, no os imagináis lo que significa para mí que hayáis estado ahí.

10 julio 2006

¿Final de Recta?


Es curioso, días antes de abandonar el instituto me despedí de unas de las mejores profesoras que he tenido nunca y tendré. En aquella ocasión ella me dijo: “Nerea, eres una de las mejores alumnas que he tenido, y probablemente pasen alguno años antes de volver a encontrar otra alumna como tú, pero no te olvides que también hay tiempo para divertirse, tienes que tratar de pensar menos y vivir más, no seas tan racional.” En aquella ocasión aguanté el tipo a duras penas, porque el halago venía de alguien muy especial para mí. Hoy, seis años más tarde, he vuelto a revivir aquella escena.

Este año está siendo uno de los más duros que recuerdo, cualquiera lo diría sabiendo que acabé la carrera 6 meses antes que el resto de mis compañeros, con unas prácticas de empresa bastante atractivas y con la mente y los esfuerzos centrados en preparar el examen P.I.R para aprobar con nota en Enero del 2007. Hasta ahí todo genial. Al principio las decisiones eran más sencillas, se trataba de ponerte a estudiar tres temas o dos, de estudiar fuerte desde marzo o empezar a leer el material hasta julio, tomarme un día de descanso o una semana... Poco a poco las opciones empezaron a tornarse más atractivas y cada decisión comenzaba a suponer una pérdida importante. No se trata de contaros todos lo caminos que se han ido abriendo y cerrando desde entonces, baste decir con que han sido bastantes, demasiados para alguien sin experiencia que por primera vez en su vida no tiene claro lo que quiere. Me encuentro desconcertada, perdida y agotada.

Hoy termino otra faceta, hoy aumento la distancia con mi guiada vida de estudiante, tan segura, tan fácil. Hoy todos me piden que me aclare, aunque nadie me exige una respuesta, quiero contentar a todos, pero sobre todo hoy quiero contentarme a mí. Me exijo ponerme a la cabeza de la lista de opiniones a tener en cuenta, cruzándome de frente con el problema, ese bloqueo que no me permite pensar con claridad, ya han pasado seis meses, siempre he trabajado mejor bajo presión, claro que desde hace medio año no me reconozco, no sé qué otras sorpresas me tengo preparada.

En medio de todo este desconcierto, la voz del, posiblemente, mejor profesor que he tenido en la carrera, olvidad el “posiblemente”, él me decía: “Nere, es difícil dar consejos, pero quizás en este momento lo mejor sea que te dejes llevar por tus instintos, muchas veces lo mejor es guiarse por lo que te dice tu corazón, pensar en lo que quieres, en los pasos para lograrlo y lanzarte sin más.” Está claro, debo seguir a mis instintos, pero antes debo aprender a identificarlos, hace tanto tiempo que no los escucho que dudo que sigan ahí, hay algo mucho más potente que me impide prestarles atención, una vocecilla que creo que el miedo está agravando cada día un poco más.

Esta vez me ha costado mucho más mantener el tipo, por mi cansancio, porque me lo dice una persona a la que admiro, una de las pocas personas que conozco tan racionales o más que yo, porque sé que es sincero y porque ha suscitado toda esta mezcla de ideas que, si bien no han resuelto el problema, no os podéis imaginar cómo han aliviado esa presión que por momentos habría resultado insoportable.