15 abril 2005

Agnosias: ver y no ver

..."Ésta es, pues, la historia de Virgil, la historia de una recuperación 'milagrosa' de la vista por parte de un ciego (...) Al principio hubo ciertamente asombro, admiración y a veces felicidad. Hubo también, naturalmente, un gran valor. Fue una aventura, una excursión a un nuevo mundo, algo que se concede a muy pocos. Pero entonces llegaron los problemas, los conflictos, de ver y no ver, de no ser capaz de elaborar un mundo visual y de hallarse al mismo tiempo obligado a renunciar al suyo propio. Se encontró entre dos mundos, y en ninguno a gusto: un tormento del que no parecía haber escape posible. Pero entonces, paradójicamente, se le otorgó una liberación, en la forma de una segunda y ahora definitiva ceguera: una ceguera que recibió como un don. Ahora por fin, a Virgil se le permitía no ver, se le permitía huir de la luz deslumbrante, del confuso mundo de la vista y del espacio, y regresar a su verdadero ser: el íntimo y concentrado mundo de los demás sentidos donde tan a gusto se había sentido durante casi cincuenta años."


No es la primera vez que menciono a este autor, algunos post previos se han inspirado también en él, pero creo que sus escritos son dignos de difusión y reflexión. Este final pertenece a un cápitulo de la obra "Un antropólogo en Marte", efectivamente Oliver Sacks es su autor. En esta ocasión nos habla de la agnosia, un problema cada día más común entre los supervivientes de accidentes de tráficos (por mencionar sólo algún caso). Virgil, es un adulto de cuarenta y tantos años que ha permanecido prácticamente ciego desde antes de cumplir los tres. Su experiencia con un mundo visual es inexistente, durante todos esos años ha aprendido a manejarse en un mundo táctil y se ha sentido plenamente capaz en él. Sin embargo a alguien se le ocurrió que sus ojos podían ser operados y de esta forma "recuperaría" la vista. Efectivamente la operación era simple (cataratas) y una vez realizada no se encontraron daños mayores en sus ojos, todo parecía estar en regla, pero a pesar de eso Virgil no podía "ver". Como explica magistralmente Sacks, no podía "ver" tal y como lo hacemos nosotros, pero desde su recién estrenada videncia él veía la luz, veía formas, líneas, colores, movimientos..., todo esto formaba parte de su nueva experiencia visual, y sin embargo no sabía describirte a un animal que tuviera delante a no ser que lo hubiese tocado antes. Es curioso como relata que no distingue a su perro de su gato, es mas, su propio perro le hace dudar cuando cambia de posición, Virgil se pregunta "¿ este sigue siendo mi perro?".

En una anotación a pie de página, el autor comenta: "En su irónicamente titulada Carta sobre los ciegos: para uso de los que pueden ver (1749), el joven Diderot (...) afirma que los ciegos, a su manera, pueden construir un mundo completo y suficiente, poseen una completa identidad de ciego y ninguna sensación de discapacidad o insuficiencia, y que el problema de su ceguera y el deseo de curarla es, por tanto, nuestro, no suyo."

Me gusta este fragmento porque en él como en el resto del cápitulo se subraya la importancia del aprendizaje, incluso en algo que creemos tan automático como el sentido de la vista. Así fue la historia de Virgil, y su salvación llegó de la mano de una tremenda enfermedad que le devolvió su "ceguera" o, en su caso, que le hizo recuperar la claridad del mundo en el se había desenvuelto sin problemas hasta el día que la luz atravesó sus retinas.


31 comentarios:

Anónimo dijo...

Sorprendente. Nunca había imaginado que la capacidad de reconocer lo que veo no fuese algo automático. Es cierto, es como el lenguaje.

Tras leer tu publicación me asaltó una duda.

Imaginemos que el sujeto recupera la vista a los 15 años, con suficiente tiempo para "aprender a ver", porque me baso en lo que dices del aprendizaje, que creo está bastante relacionado con este caso.
Bien, imaginemos que se le "educa" la vista, reconocerá objetos y demás y aquello funcionaría el resto de su vida ¿no?.
Según la Paletología (Dicese de la ciencia del paleto, osea el abajo firmante), agnosia quiere decir que no conoce, ¿lo ha olvidado?, no, en este caso no tiene ninguna lesión, no conoce porque no lo ha aprendido.
Pienso que a Virgil le ha trastornado el hecho de recuperar la vista tras tantos años con "identidad de ciego" y por eso agradece volver a su estado inicial, pero ¿y si no hubiera estado tanto tiempo apartado del mundo visual?
Otra cuestión:
¿En caso de que hubiera sido por causa de una lesión? ¿Podría volver a recuperar el conocimiento perdido?

Formulo quizá demasiadas preguntas pero estoy muy limitado en estos temas, y me interesan tanto como me interesa aprender.

Nere, sigue asi, me gusta lo que estás consiguiedo. Una ciencia dinámica y participativa es siempre una ciencia mejor.

Un beso.

Nere dijo...

A ver por donde empiezo. La agnosia no es un problema por ausencia de aprendizaje, de hecho puede aparecer en cualquiera de nosotros que hemos tenido experiencia previa con el mundo.
La cuestión de la edad no es tan importante al recuperar la vista sino al perderla, se estima que los tres primeros años de vida conforman el "periodo crítico" del sentido de la vista. Por tanto es el mejor momento para desarrollarlo. Si la lesión ocurre después de esta edad, seguramente el sujeto tendrá más facilidades si algún día recupera la vista, porque ya ha establecido antes contacto con este mundo mediante ese mismo sentido (pero esto no tiene nada que ver con la agnosia). La agnosia no es un problema de visión, es un problema percecptivo/asociativo, ante el cual no reconocemos objetos que vemos, sentimos u oimos, estando estos sentidos perfectamente intactos.

Espero haber resuelto tus dudas.

Muchas gracias por la úlima frase, tengo que decirte que a mí me gusta que pases por aquí ;)

infopoeta dijo...

Otro post fabuloso e instructivo :)

Anónimo dijo...

Ojos que a la luz se abrieron
un día, para después
ciegos volver a la tierra
hartos de mirar sin ver.

ANTONIO MACHADO

Se puede extrapolar esa ceguera y esa agnosia a cualquier parcela de nuestra personalidad.
Un abrazo, Nere, y gracias por existir.

Anónimo dijo...

Muy interesante, Nere, como siempre.

Nere dijo...

Gato, me gusta el poema que has elegido, un genio sin duda.

Otra cosa, vais a conseguir sacarme los colores, lo digo en serio :)

Anónimo dijo...

Si no lo veo no lo creo.

P.D.:yo tampoco reconozco a mi perro de mi gato solo por el sentido de la vista, los conmino a que digan guau y miau respectivamente como confirmación de identidad...es que no me fío.

Anónimo dijo...

Cuando intentas describir lo que ves para quien nunca ha podido hacerlo, te das cuenta de que los calificativos sólo sirven para esa misma dimensión.
Por ejemplo, decir "un color rojo", "un montaña redondeada", "una mirada deseosa" sólo es comprensible para quien tiene experiencia de ello mismo. Llamarles "color encendido o cálido", "montaña suave" suponen traducciones sujetivas.
Supongo que tiene que ser una sobreinformación, empezar a ver, a oir, a oler... de pronto. No saber qué es una sombra, la tridimensionalidad, las distancias... en realidad lo que le pasa a cualquier recién nacido.
Se me ocurre, que Virgil tenía que haber jugado a poner los nombres que conocía según el concepto que tenía, a cada cosa que empezaba a ver.

Nere dijo...

(^_^)Augusto, ¿no será que bebiste más de la cuenta? ;)

Herm, has dado en el clavo, Virgil era casi como un bebé. Sólo casi porque su sistema nervioso ya no era el de un bebé. Sus conexiones se habían reestructurado para suplir mediante el tacto la carencia de visión, de ahí su dificultad para volver a modificarlas ya en la vida adulta, donde la plasticidad cerebral es mucho menor. Efectivamente Virgil no veía la profundidad, ni la distancia, no reconcía las imágenes en dos dimensiones de la televisión, cosas que para nosotros son altamente automáticas.

Al final, antes de que se quedase definitivamente "ciego", se dedicaba a tocar y ver animales de jueguete, de forma que su novata vista se apoyara en su tacto para facilitar la vida en un mundo preferentemente visual.

Un Besillo

pequeño qvark dijo...

Tiene que ser a la vez fantástico y terrorífico el hecho de poder ver después de 50 años... ¿Y si fuese ciego de nacimiento y pudiera ver después de 50 años? ¿Sería difícil aprender a ver, o simplemente imposible?

po dijo...

me encanta Sacks y me encanta llegar a este blog y encontrarlo!!
encantada de conocer tu espacio :)

Nere dijo...

qvark, ¿quedó resuelta la duda?

po, muchas gracias, espero verte parcitipando por aquí :)

Anónimo dijo...

anda, pero si eres de granada!
como yo! :D

seremos vesinas?

un beso !

Nere dijo...

(^_^)' puede que sí cabaret, aunque, a pesar de residir temporalmente en Granada, yo soy de más al sur, de la provincia de Cádiz...

A lo mejor coincidimos un día sacando la bansura ;)

Un beso

Anónimo dijo...

¡Al fin encontré un blog de psicología! Doy gracias al cielo que se puso verde.

Saludos desde Honduras

Veamos también el mundo interno del personaje citado en el post, ya estaba “moldeado” su cerebro, su mente en sí y su vida en general para desenvolverse con la ceguera. Quizá nunca necesitó ver, probablemente la experiencia le enseñó a valorar su “mundo”, contrastándolo con las sensaciones visuales de las que no dependía.

Un gran Blog de Psicología definitivamente, felicidades.

Te invito a que visites mi Blog, ahí trato temas diversos, hay campo también para la psicología pues eso fue lo que estudié. Te seguiremos leyendo.

Anónimo dijo...

Nerea te quiero plantear un problema implícito en el caso que comentas.Hace referencia a cómo ha de ser entendida la obligación del terapeuta de "curar" al enfermo y la posibilidad de que éste rechace tal extremo.En medicina hay múltiples situaciones en las que la cosa parece clara:sin "daños a terceros"(o si no son previsibles,al menos)el enfermo con capacidad manifiesta de decidir por sí mismo puede rechazar la terapia.Pero en psicología las situaciones en las que esto se complica se presentan presuntamente mucho más numerosas.
En primer lugar aparece la cuestión de cuándo un trastorno llega a ser patológico,se convierte en "enfermedad".Parece que un criterio , rechazable en principio por subjetivo,debiera ser admitido como clave para el diagnóstico:el "sufrimiento" del individuo.Me explico:parece defendible aquello de que el enfermo "quiere" curarse,incluso aunque no lo "sepa"(y no lo digo sólo en un sentido freudiano).La autoconservación campa por sus dominios,es decir,la materia viva,e incluso los casos que aparentemente cuestionan esto no hacen sino verificarlo;vgr.:la conducta suicida de un depresivo(desde las fases iniciales de mera ideación hasta las finales de ejecución)sería una muestra,en contra de lo que suele erróneamente interpretarse,de ese "querer curarse".Así, no sería propiamente "enfermo" el individuo que no sufriese su estado y por tanto no habría lugar a la intervención del terapeuta,que,en caso de intervenir,sería el causante de la enfermedad,pues generaría sufrimiento al individuo.Así las cosas,el individuo de tu caso estaba "sano",enfermó por intervención médica y sanó por accidente.Contrapunto:¿qué hacemos con un individuo que niega su enfermedad y consigue una calidad de vida suficiente(vgr.ciertos enfermos anoréxicos o los que padecen un trastorno delirante("paranoico",no asociado a otras patologías)?.
Coméntame(si parte(o toda) de la argumentación no está clara y te interesa,dímelo y te cuento).

Anónimo dijo...

Supongo que algo similar ocurriría si un sordo de nacimiento comenzara a oír repentinamente a los cincuenta años. No solamente no sabría articular ni entender el lenguaje, tampoco podría descodificar los diferentes sonidos de su entorno. Podría resultar una experiencia aterradora.
A propósito del lenguaje de la visión hay estudios gestálticos muy interesantes y en ese sentido toda la bibliografía de Rudolf Arnheim es sumamente didáctica y enriquecedora.
Nere, muy interesante tu bitácora.

P.D.: y ahora forzando relaciones tal vez caprichosas, te pregunto si ciertas psicopatías no podrían considerarse equivalentes a "agnosias" solo que referidas a la estructura afectiva ?

Nere dijo...

Muchas gracias, David, por tus halagos. Ten por seguro que te visitaré, por lo pronto ya le he echado un primer vistazo a tu blog.

Hola Adolfo, ¡Qué suerte tenerte como colaborador! Voy a responderte en función de lo que he entendido, si ves que me desvío del tema corrígeme, por favor. Planteas una cuestión muy interesante desde mi punto de vista, algo sobre lo que me he planteado "postear" (digamos "publicar"), más de una vez.
Personalmente de todos los criterios que se barajan antes de lanzarnos a intervenir sobre un paciente (el criterio estadístico, el de sufrimiento o malestar, la norma social, etc), me quedo con el de "interferencia" (aunque no como único criterio, pero quizás sí el más relevante). Como bien dices, un paciente anoréxico o delirante pueden conseguir llevar una vida con "suficiente" (nótese de nuevo el problema de definir en términos subjetivos)calidad de vida. Si esta situación no le provoca mal al paciente ni a su entorno, no hay nada de malo en unos cuantos delirios inocentes. En el caso de la persona con anorexia sabemos que hay un grave riesgo para la salud, por lo que si se trata de un adulto no podremos actuar a menos que él colabore, de cualquier forma en todo proceso terapéutico necesitamos de un mínimo (preferentemente algo más) compromiso por parte del paciente. El problema que originaría la inanición sería tratado en hospital, en este sentido los médicos están atados como nosotros, si el paciente no acude, bien enviado por familiares, derivado por otro especialista o por su propia iniciativa, ellos no pueden ir a buscarlo a su casa.

Ahora bien, dentro del amplio abanico de trastornos psicopatológicos, se dan muchos más casos de pacientes que llegan a nosotros derivados por familiares, amigos o el médico de cabecera, "ajenos" a que sufren algún tipo de problema. ¿Qué hacer? Está claro que el criterio de malestar es muy subjetivo y quizás en ellos, además, ausente. Pero podemos comprobar como "funciona" ese paciente en cada una de las áreas de su vida diaria. Normalmente una persona con anorexia, no se quejará de problemas con la comida, pero quizás si empiece a notar que sus amigos le dan de lado, que está sola, que no rinde igual en su trabajo, que no duerme, que su vida a cambiado de forma alarmante porque ya no es la misma que era, y, a excepción de su aspecto físico, sí estaba satisfecha con el resto de su vida. En el momento en que la persona (maníaca, paranoide, somatomorfa, esquizofrénica, etc) no sea capaz de funcionar correctamente en su vida: pérdida de amigos, trabajo, pareja, dinero, etc, decimos que el trastorno está interfiriendo en su vida. Es lo que diferencia a un estado de ánimo de una depresión (además de otros criterios), el grado de interferencia. Y es, precisamente cuando esta interferencia se manifiesta con sus peores consecuencias cuando el paciente se decide a acudir a consulta, por estos problemas sociales (la mayoría) y no por su patología.
En este caso Virgil no sentía que su vida estuviese sido gravemente afectada por el hecho de que no pudiese ver, todo lo contraria, no lo puse en el texto, pero cuando recuperó la vista lo despidieron de su trabajo, puesto que dependía de un centro para discapacitados ( y se supone que él acababa de dejar de serlo), dicho centro también le donó la casa en la que vivía, propiedad que perdió después de 20 años debido al mismo motivo.
Como bien dices el estado patológico de Virgil vino después de la operación, pues, hasta entonces su vida había transcurrido sin ninguna "interferencia". Un BESO

Nere dijo...

Augusto, gracias también por el cumplido. La intención de esta bitácora es resultar interesante y útil para vosotros y sobre todo para mí (con perdón). Aprendo mucho de los comentarios que me enviais y me obligan a repasar cada día e investigar o cuestionar problemas que no se plantean en las aulas de la facultad, pero que también deberían formar parte de mi formación como psicólogo (pienso).

Posdata interesante, pero no sé si comprendo exactamente lo que quieres decir. Creo entender que te refieres a un psicópata y su "frialdad" emocional. No estoy demasiado puesta en el tema de la psicopatía, pero creo que hay un libro de Vicente Garrido sobre el asunto muy recomendado.De todas formas creo que la cuestión no está demasiado clara. Algunos autores plantean más bien, que no se trata de una falta de emoción, sino de ausencia de empatía y de capacidad para desarrollarla. Es decir, los psicópatas serían incapaces de ponerse en el lugar del otro (tal y como ocurre a los autistas y otros pacientes con el lóbulo frontal dañado). ¿Podría ser como una afasia? Sinceramente no lo sé. Aquí siempre es posible abrir un gran debate, los que estén a favor de la biología dirían que podría ser una afasia, es decir que la capacidad de experimentar y comprender emociones es algo innato que depende de alguna estructura cerebral y al dañarse puede ocasionar una especie de afasia. Quienes apoyen un punto de vista más conductual dirán que no tiene nada que ver con la afasia, se trata de una cuestión de aprendizaje, y en el caso de los psicópatas estos no habrían tenido la oportunidad de aprender dichas conductas emocionales, no les fueron reforzadas en un pasado o bien fueron castigados cuando las mostraron. Yo me quedo con la postura intermedia que es, precisamente, aquella que no me deja responderte en este momento. Tendré que darle algunas vueltas más.

Un beso

Anónimo dijo...

El tema de la agnosia que sufrió el ciego recuperado es toda una experiencia a tener en cuenta. Es de suponer que ni el hombre ni los médicos sabían muy bien cuáles eran las consecuencias de esa acción que iban a desarrollar (corrígeme si me equivoco). La operación interfirió (usando tus palabras) gravemente en la vida del ciego, pero todos se movían por terreno cenagoso. Al evaluar el resultado, la realidad demuestra que el cerebro no es tan maleable como algunos creyeron y que tras adaptarse a las circunstancias del individuo es difícil que más tarde cambie. Cuando de un modo radical necesita entender el mundo que le rodea de otra forma. Una gran decepción para todos aquellos privados de la vista que alguna vez imaginaron que saborearían esa sensación que a ellos todo el mundo les explican de un modo tan prodigioso.

El tema de la psicopatía es también fascinante. Además de los factores biológicos y conductuales creo que puede influir el propio modelo que crea el individuo sobre su posición en el entorno. No sé si conseguiré explicarme bien. Durante mucho tiempo el hombre se ha considerado superior a todas las formas vivas que devora y eso le ha impedido desarrollar empatía hacia muchos animales. De hecho, los niños no tienen ningún inconveniente en ser crueles con ellos, cuando no saben que lo que hacen es considerado como un acto cruel. Lo que digo es que ciertas personas pueden desarrollar la falta de empatía hacia los humanos si se consideran especiales, más inteligentes o superiores que los demás. Cuanto mayor sea esa sensación, más distancia establecerá entre sus semejantes, hasta establecer categorías entre las personas y sentirse libre de jugar con la vida de gente que ha considerado como perteneciente a otro nivel (inferior).

Ese deseo de sentirse mejor que los otros siempre me ha parecido a mí algo natural en las personas, por lo que cualquiera podría desviarse del sentido común y desarrollar una psicopatía, tras años de vivir en ese mundo ficticio que se construye, en el que se demuestra a sí mismo infinitas veces que él es distinto, mejor.

Luego, serían otras circunstancias las que podrían convertirlo en un asesino. Psicopatía siempre se relaciona con asesinos en serie, pero quizá hayan bastante de estos psicópatas que nunca hayan llegado a un extremo tan grande.

La duda que tengo sobre ésto consiste en saber si los psicópatas más extremos no sienten empatía absolutamente hacia nada o más bien criban y mantienen la empatía hacia ciertas personas y hacia otras no.

Siento haberme extendido tanto.

Anónimo dijo...

Unas cuantas opiniones, por si aportan algo a los debates...

- Oliver Sacks es un maestro en contar historias de personas que carecen de algo que, para los demás, resulta obvio tener. Y eso siempre es muy estimulante, porque no hay nada como plantearte que podrías no tener algo para llegar a darte cuenta de lo complejo que ha sido llegar a tenerlo. Esto lo descubrí, por ejemplo, trabajando con autistas: ¿cómo llegamos a darnos cuenta de que los demás existen y sienten y padecen como nosotros?. Parece que tener esa percepción es obvio...hasta que ves a alguien que carece de ella.

- Algunos amigos que llevan muchos años haciendo psicoterapia no tienen dudas: el sufrimiento de la persona y su percepción de indefensión hacia el problema es el criterio de la intervención terapeutica. Aunque parezca posible creer que sí, no he conocido a nadie en mi vida que tenga problemas de salud mental y no sufra.

- Yo creo que la relación entre psicopatía y asesinos en serie es completamente cultural. La mayoría de los asesinatos tienen más que ver con psicosis o personas con una impulsividad manifiesta. He tenido algún psicópata en consulta y jamás han matado a nadie. El último me explicaba el por qué: "¿para qué voy a matar a alguien?. Lo he valorado muchas veces, pero no merece la pena. Para conseguir mis objetivos prefiero hacerme millonario o adquirir un gran poder".

Son opiniones.

Besos. Interesantísimo tu blog. Me encanta pasarme por aquí...

Nere dijo...

Antonio no te preocupes por la extensión, lo importante es la calidad ;)
Nunca antes había oído un punto de vista como el que mencionas a cerca de los psicópatas. Como bien dice Luis, muchos psicópatas nunca llegan a matar a nadie, y la cuestión de que su falta de empatía sea o no exclusiva debido a (creo entender), una elevádisima autoestima, no sé si estoy demasiado de acuerdo. En psicología uno de los prinicpios básicos que intentamos instaurar en cualquier paciente es el de la asertividad, que consiste básicamente en la defensa de tus derechos. Así las personas mejoran su autoconcepto y su autoestima, pero esto no les hace perder capacidad empática. Creo que hay mucho mito acerca de los psicópatas y sus "sanguinolentos" crímenes. Hoy mismo aparecía en los telediarios el caso de un empresario que había matado y descuartizado a una mujer. Se alegó en un primer momento el haber consumido alcohol y también un trastorno de personalidad (la televión no especificaba cuál). Queremos pensar que quienes cometen estos actos que nos aterran son unos pocos que, además, tienen graves problemas mentales, sin embargo, mal que nos pese, muchos asesinos no tienen ningún trastorno psicólogico, es decir la clave no radica ahí, y por supuesto no se trata de un problema personal.

Luis del tema del autismo me encantó el libro: "El curioso incidente del perro a media noche" Es una buena oportunidad para meternos de lleno en el trastorno.
Respecto al criterio de sugrimiento, para nosotros no hay duda, alguien que padezca algún trastorno psicológico debe estar sufriendo, a veces ellos no son coscientes, por ejemplo alguien con una depresión en medio de un episodio maniáco, muchas veces no entiende por qué los otros insisten en que busque ayuda. De todas formas en ese criterio, en la frase que leo "no tienen dudas: el sufrimiento de la persona y su percepción de indefensión hacia el problema es el criterio de la intervención terapeutica", veo un problema, todos conocemos a muchas personas que se sienten indefensas ante un problema y perciben un gran sufrimiento, sin embargo no padecen ningún trastorno físico ni psicológico. Por eso defiendo la postura de tomar más de un criterio y nunca ceñirnos a una norma.

Un Beso a los dos, gracias por vuestros comentarios.

Anónimo dijo...

"una elevádisima autoestima, no sé si estoy demasiado de acuerdo"

No me refería a una elevadísima autoestima, sino a un elevadísimo ego.

El caso es que yo no creo que una persona pueda simplemente aceptar que no siente empatía hacia sus semejantes. No puede simplemente ser indiferente. Esa falta de empatía tiene que estar acompañada de justificaciones internas. El individuo tiene que encontrar una razón, un sentido, a su forma de actuar. Por ello te comentaba que un psicópata debe de tener construido una historia personal coherente con su falta de empatía, que bien podría ser una historia en la que él es distinto y mejor que los demás.

Anónimo dijo...

Mi pregunta acerca de la hipotética valoración de la psicopatía como una suerte de agnosias de la estructura afectiva o emocional está originada en que muchísimas investigaciones han demostrado la relación de psicopatías con un déficit en la recepción de afecto durante la primera infancia como causa determinante cuando no existen deficiencias manifiestamiente físicas en la conformación cerebral. Concretamente, la ausencia de contacto físico, de caricias, de manifestaciones de cariño en esa etapa crucial en la formación de un ser humano parecería determinar la falta de empatía que caracteriza al psicopata.
Si esto fuera así, estaríamos ante una carencia de aprendizaje de los fundamentos o estructuras de un lenguaje ( el afectivo/emocional ) que más tarde sería casi imposible revertir, lo que presentaría algún paralelismo con el problema de la visión de Virgili.
Con respecto a lo que plantea Antonio y si fuera cierta la hipótesis que expongo más arriba, creo, y al menos así lo comprobé en el caso de un psicópata al que conocí muy bien, que el autoreconocimiento de su propia incapacidad empática y de su orígen en el rechazo afectivo recibido durante su infancia genera una suerte de complejo, de autoconciencia de un défict que le genera la necesidad de compensación a través de la obtención de poder. De poder para controlar a los demás, para obtener por esa vía lo que a ellos les fue negado.
En ese caso más que un ego desproporcionado o una elevadísima autoestima se trataría, al menos en un nivel profundo, de todo lo contrario. Porque me parece a mí que el psicópata envidia intensamente, necesita siempre apoderarse de lo del otro.

Nere dijo...

Dos comentarios muy útiles para acercarme un poco más al mundo de la psicopatía.

Gracias.

Anónimo dijo...

Nerea,cuando publiques sobre el asunto podremos analizarlo con más precisión.
Interesante el intento de "objetivar" mediante el criterio de interferencia,aunque presenta aspectos presumiblemente conflictivos(sin entrar a analizar,pensaba en el enorme grado de interferencia que,por ejemplo, un matrimonio o tener un hijo pueden alcanzar;ya hablaremos en su momento).
Otra cosa:por razones que cuando te vea te recordaré(porque algo te comenté en una ocasión),para quien es una suerte participar,es para mí.Así que gracias por tu respuesta y por las futuras(ya que espero que se produzcan).
Besos.

infopoeta dijo...

Yo poco puedo decir de los últimos comentarios, y no lo he hecho por tanto, pero sí que me gustaría decir que habemos lectores silenciosos a los que sigue pareciéndonos interesante leer todo lo que se cuece por aquí... :)

Nere dijo...

Adolfo, ¿y si no llego a publicar sobre eso? me interesa mucho oír tu opinión, a ver como "interfiere" en nuestra vida un hijo o casarnos, si lo hacen hasta el punto de hacernos abandonar el trabajo y dejarnos incapaces de afrontar la situación (esto es, no sentirnos capaces de cuidarlos, desentendernos de ellos, etc) entonces yo creo que también sería un motivo de consulta para cualquiera de nosotros.
Recuerdo aquello que me dijiste sobre el tema, pero yo continuo en mis treces (aunque este no sea el lugar para discutir sobre el tema).
Un beso.

Infopoeta, aunque sientas que no dices nada anima mucho saber que hay otras personas que me visitan para satisfacer algun tipo de "curiosidad" (entiéndase en el mejor sentido de la palabra). Es una gran responsabilidad, espero no meter la pata.

Saludos :)

Anónimo dijo...

Al nacer al parecer no vemos tal cual, sino que vamos adquiriendo mayor capacidad con el paso de los meses. De luces y sombras vamos definiciendo formas, colores, etc... Llegamos a la visión completa paso a paso (algunos estamos en ellos, la verdad), es como el lenguaje. No es de extrañar que toda esa información de sopetón, sin saber cómo manipularla asuste a cualquiera.

Hay que aañadir que encima él ya tenía su propio universo conformado según unas reglas completamente diferentes. Ya no es crear algo nuevo simplemente, sino crearlo y trasformar u olvidar el que ya tiene.

Muy interesante. :D

Anónimo dijo...

¿Padeces de exámenes? ¡Ánimo, mujer, que de ésa sales con más defensas! ;)

Nere dijo...

ayy Herm, gracias por tu compasión, estoy hecha polvo y todavía no ha llegado junio...

Un beso, me acuerdo mucho de vosotros, no os creais :)